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«Cuando el mundo del fútbol vivimos atrapados por la inmediatez del resultado….»

Así comenzaba uno de los artículos escritos por uno de mis jugadores más admirados, alguien que luego se convirtió en un gran entrenador. Gocé con aquel artículo que escribió en el periódico local de mi pueblo, Las Rozas y me iluminó sobremanera, no solo en el aspecto deportivo, sobre todo en el vocacional Gracias a aquel escrito me situé entre los que pretendían cambiar el mundo, empezando por la sociedad más cercana. Antonio Martín Ugaldea, autor de aquel relato, me inspiró no solo en lo futbolístico, también en mi inclinación hacia el magisterio. Él fue otro de mis grandes maestros, de esos inolvidables.

Pienso que llevo dieciséis años luchando para que los alumnos tengan siempre alguien inolvidable delante de ellos, alguien que les dé libertad y les inspire. Creo que el movimiento de la Escuela Nueva que comenzó allá por el siglo XIX también pretendía eso. Sin embargo, no hago más que encontrarme ejemplos de la «vieja escuela».

Por desgracia, las legislaciones han tornado hacia el adoctrinamiento, más que hacia la creación de individuos libres. Tiende también más al resultado, a las calificaciones…, que al respeto del individuo.

Es penoso que la Escuela Nueva se olvide tan rápido entre los que ocupamos cargos tan importantes como la tutoría. Es triste pensar que muchos compañeros y compañeras hagan la vista gorda ante eruditos como Piaget, un derivado vocacional más de la Escuela Nueva. Alguien que descubrió un aspecto crítico como es la secuenciación del desarrollo del niño. Para todos los que vamos llenos de vocación este señor nos dio más de la mitad del trabajo ya hecho.

Cierto es que tuve suerte con muchos de mis maestros, se hicieron inolvidables para mí. Especialmente el primer año de trabajo pude saborear a la Escuela Nueva en todo su esplendor. Mi compañera Emma Rúa y mi jefe de estudios Miguel Aguirre me recordaban cada día que con tres, o con doce años, el ser humano es lo más preciado que existe y, por lo tanto, a nuestro futuro debemos cuidarle afectivamente ante todo, lo demás, vendrá de añadido. A estos dos Maestros, la suerte me llevó a añadir otros dos: María Dolores Rius Estrada y José Antonio Fernández Bravo. Ambos, expertos en Lectura y escritura y en Matemáticas respectivamente.

La colección de maestros inolvidables durante este primer año fue lo suficientemente abundante, en calidad y en claridad, que mi base vocacional se fortaleció muchísimo. Tanto, que decidí no dejar pasar ninguna oportunidad para recordar a mi alrededor lo importante de extirpar los vestigios de la «vieja escuela», enarbolando así los valores de la Escuela Nueva.

«Me siento obligado a reivindicar el jugar bien […,]  porque, el fútbol, es tan solo una excusa para ser feliz»

Mediante este artículo introductorio pretendo ampliar gran parte de los datos que aporto con ejemplos claros que se han sucedido y, aún se llevan a cabo en muchos colegios españoles. Porque abandonar la «vieja escuela», o dejar de ser autoritario y directivo, o crear una clase activa, o impulsar normas democráticas, donde en la democracia sean integrados los alumnos, o también abandonar el libro de texto, o permitir a las familias la participación activa en clase, o activar la expresión oral como vía para alcanzar otras expresiones, o, además, manipular, y preparar para que aprendan…, y, sobre todo dejar de creer que se enseña algo.

Antes de empezar a describir algunas de estas experiencias innovadoras o dejo con una reflexión que siempre me ha llamado la atención, así describo también un poquito de la «vieja escuela»:

¿Alguna vez os habéis planteado este interrogante?

¿Para qué sirve mandar deberes a casa, que al día siguiente van a ser corregidos en clase?

Palabras clave: metodología, alumnos frustrados, alumnos aburridos, protagonismo, transcurrir del tiempo, aprovechamiento del tiempo, participación…

Estoy seguro de que muchos se pueden formar una respuesta realista con las palabras anteriores.

Otra reflexión antes de pasar a lo divertido, productivo e inspirador.

¿Alguna vez habéis pensado en estas afirmaciones?

Los niños que pasan a primero han de saber leer y escribir.

Los niños que terminan primero deben saber leer y escribir.

Palabras clave: Piaget, fracaso escolar, animadversión a la escuela o algunas asignaturas, presión, pérdida de confianza,  etiquetaje, justicia, afectividad, emociones, respeto, expresión oral, ritmo de aprendizaje…

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